viernes, 16 de octubre de 2009

Minirrelato: La línea de la ilusión


10.25 de la noche. La chica del pelo rizado recogido en una coleta se sienta en el suelo al fondo del vagón como siempre. Ya hemos llegado a la estación de Argüelles y con su uniforme colorido y una expresión de apatía trata de distraerse del horrible día que ha pasado. No encuentra otro método mejor que jugar con la videoconsola.

10.34 de la noche; Estación de Laguna. Levanta la mirada y su estado de ánimo taciturno se ve reemplazado por un sentimiento de felicidad: Él ha subido y trae las fotos de las vacaciones pasadas.

Ella ya ni tan siquiera se acuerda de la razón por la que estaba enfadada. Con un simple abrazo de su amado se ha restablecido. Él lleva esperando todo el día para que llegara este momento; trata de aparentar que su atuendo es algo casual pero denota todo lo contrario. Quería que ella le viera tan guapo como la primera cita hace ya casi cuatro años. Quien iba a decir que una avería en ese mismo vagón los pudiera llegar a unir de esta manera. No son nada el uno sin el otro.

Cuatro paradas más al Sur llegan a su destino: Plaza Elíptica. Por los pasillos de camino al intercambiador van agarrados de las manos abstrayéndose de lo que los rodea. No hay tiempo para centrarse en otra cosa que no sea su otra mitad.

De soslayo miran el reloj para saber que van bien de tiempo y sin demora se cuentan las anécdotas del día, aportan ideas para su cita del fin de semana y no paran de recordarse lo mucho que se han extrañado. Y en un segundo de silencio todo cobra sentido. Él la arrastra hacia un rincón y la besa apasionadamente, como si se acabara el mundo. Ella reacciona a este manifiesto de amor estrechándole con fuerza su ancha espalda. De pronto escuchan los perezosos pasos de un guardia de seguridad del intercambiador que se les queda mirando. Ambos, ruborizados, se separan con rapidez y se vuelven a mirar a los ojos mientras ríen como un par de chiquillos.

Ella vuelve a mirar su reloj. Maldita sea; solo le quedan tres minutos para compartir con él. Sin desperdiciar tiempo se abraza a él para poder capturar el máximo de su fragancia; en cambio, él no puede resistirse al tacto de su fino y satinado rostro y, mientras juega con los rizos castaños de su muñeca de porcelana, le susurra palabras de amor que la consiguen emocionar.

10.59 de la noche. Ya no pueden dilatar más el tiempo. Ella cabizbaja cruza la pasarela. Nunca se acostumbra a la separación. A cada rato se da la vuelta, trata de disimular su tristeza con su inmaculada sonrisa a lo que él la responde poniéndose las manos en el corazón y ofreciéndoselo para que se lo lleve; ambos se sonríen embelesados.

El malvado autobús ruge y parte mientras la damisela se despide de su caballero andante. "Hasta mañana, mi amor"-. Ella le vocaliza-; "Te amo"-Le responde con ternura mientras ve como desaparece el gusano de hierro entre una estela de humo- "Mañana, mañana será el día" –se saca el una cajita de terciopelo del bolsillo derecho del pantalón- "Mañana te propondré matrimonio en nuestra línea 6 del amor". Y con la idea de vivir juntos y felices volvió a su casa deseando con volver a verla mañana.

FIN
XXX
M♥

No hay comentarios:

Publicar un comentario